Escritores Fueguinos – Un cuento de Ramón Taborda Strusiat
Aparentemente fue por un murciélago. Una víbora fue mordida en la oreja por un murciélago. Después la víbora tuvo relaciones estrechas con un pangolín (había confundido su cola con otra víbora), el cual a su vez mordió a un cocinero.
Dicho chef se fue al baño y no se lavó las manos y preparó pulpo con arroz, que a su vez tenía gorgojos. Justamente estos gorgojos tuvieron contacto con la víbora de marras, pero una semana antes, y no se contagiaron. Por lo tanto no tienen nada que ver con esta historia.
El cocinero se dio cuenta que en el arroz había puntitos negros, que eran los gorgojos y se asustó. Antes que lo vea su patrón intentó tirar el arroz a la basura, pero el canto de la tapa del cesto metálico hizo que sufriera un corte y tuvo que ir al lavabo. El agua con restos de su propia sangre se filtró por la cañería que estaba rota y mojó a una rata que de este modo se contagió con el virus del murciélago, pero he aquí que mutó en una nueva especie viral.
En el barrio pobre de las afueras, una familia que no tenía para comer dio con la rata y la cocinó con arroz que justamente tenía gorgojos, aunque estos no tenían nada que ver.
El jefe de esta familia fue a pedir trabajo al jefe del Partido Comunista chino de la zona y al despedirse le dio la mano. Esto fue el 19 de diciembre del 2019.
Resulta que este político chino era muy popular y por la tarde visitó a muchos chinos que también resultaron contagiados.
Un periodista alemán que andaba cubriendo el caso de la extinción de los pangolines, fue invitado por una familia a cenar un plato exótico a base de arroz, que también tenía gorgojos. A su regreso a Alemania, mantuvo un encuentro social con amigos, donde estaba el alemán que se hospedó meses después en una posada de Río Grande. Pero como el periodista alemán con el que compartió no lo contagió, porque comió arroz con gorgojos que estaban sanos, no le pasó nada.
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