La eficiencia y capacidad de respuesta del área de Salud Mental del HRU, sigue haciendo agua.
Se encontraba desde hace tiempo pidiendo ayuda de múltiples maneras y dando señales de que estaba en el límite de la cordura.
El hallazgo del cuerpo sin vida de una joven mujer que decidió el lunes 3 de mayo quitarse la vida en una vivienda de la calle Gómez al 600, en presencia de su hijita de 6 años, conmocionó a quienes tomaron contacto con la mala nueva que volvió a poner en evidencia las falencias del sistema de Salud Mental de la provincia.
El hecho fue particularmente dramático por sus características, dado que aunque cualquier suicidio lo es en sí mismo, la circunstancia de que la menor fuera quien desesperada descolgara a su madre en un intento por ayudarla, conmueve todavía más por el trauma psicológico y emocional que implicará para ella.
Melani Lazarte, de 24 años de edad, venía solicitando ayuda – comentaron sus amigos y allegados – desde hace bastante tiempo, pero el sistema – como viene ocurriendo desde hace años – no fue capaz de contenerla, ampararla ni salvarla.
La misma fuente reveló que Melani no había encontrado respuesta a su problemática, pese a haberla requerido en muchas ocasiones.
En el lugar trabajó personal policial que se abocó a la búsqueda de indicios de criminalidad, los que fueron descartados.
La pequeña fue entregada a otros familiares directos.
De esto no se habla…
Como suele lamentablemente suceder muy seguido, los suicidios en Tierra del Fuego siguen siendo tratados como si fueran un tema tabú, del que no solo no se puede hablar sino que además, a los medios que los abordan, se los desacredita.
Esta postura, basada en una malinterpretación de las recomendaciones que los expertos en Salud Mental sugieren a la hora de tratar este tipo de sucesos, entre las que consta principalmente la omisión de detalles truculentos o morbosos que nada suman al análisis del problema de fondo, no contribuyen a la búsqueda de soluciones.
La multiplicación de voces que exijan a las autoridades disponer de un plan de contención efectivo en los hospitales, con acceso simplificado a la atención de profesionales empáticos e interesados en sus pacientes, la habilitación de vías de pedido de auxilio rápido en guardias o líneas telefónicas y un compromiso real para sacar a Tierra del Fuego de uno de los puestos más altos del ranking de suicidios, es una opción más rica y productiva que guardar silencio y proclamar – de manera cómplice – “de esto no se habla”.
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