Fueguinos perdidos en en el “Tercer mundo”


Hace muchos años un hombre soñó
un imperio, un imperio muy grande.
Tenía buena cara y no paraba de hablar
con el hombre más odiado y querido del lugar
Soñaba tener un jardín florido con la patria de México al pie,
con hermanos de toda calaña y en el sueño gritaba:
Me hundo, me hundo, me hundo.
¡Y nadie sabe cómo vine a parar Yo… al tercer mundo!
Fito Páez – Tercer mundo

Como última entrega del mes de febrero y para dar un cierre parcial de la temática que estuvimos revisando en nuestra clasificación reflexiva de los rasgos identitarios de los fueguinos, repararemos en dos estamentos que merecen especial atención y sobre los que poco se ha dicho.
Siempre recordando aquella pregunta invertida, la que requisaba: ¿Cuánto hace que no salís de la Isla?; opuesta a la más general de concebir al “fueguino” como a aquel que está llegando; demos paso a la generación siglo XXI, es decir, los fueguinos “NyC” (nacidos y criados) de las últimas décadas.
Conviene recordar que las últimas generaciones son reconocidas sociológicamente como milennian (generación Z) o centennial (generación Y). Urge aclarar que si bien no existe consenso sobre el año exacto en que se puede establecer alguna brecha entre ambas, diremos que los milennials estarían representados por personas que nacieron entre el año 1980 y el 2000 y los centennial sería aquel segmento de jóvenes y niños nacidos a partir del año 2000.

¿Qué pasa con los “Centennials” en la Isla?

Repasemos las condiciones de los nacidos y criados de la última generación, nuestros cenntenials fueguinos. A diferencia de muchos de nosotros, nacieron en estas tierras, pero la mayoría de ellos lo hicieron en los barrios periféricos a la Ushuaia y Río Grandes tradicional. En calles con denominaciones que debemos rastrear por el Google Maps si pretendemos llegar a destino. Son los barrios nuevos, edificados a la luz del progreso material y la industrialización.
También nacen en los barrios informales concibiendo la dura realidad de ver compatriotas (y venidos de otros países) viviendo en asentamientos precarios. Todo un debate para el que hace años espera en la cola de los interminables listados de acceso a la vivienda digna, mientras recién llegados ocupan los terrenos reservados al paisaje, sea la montaña, el valle o en la inmensidad esteparia contigua al Río Grande.
Verdaderas grietas identitarias y generacionales marginan a la nueva generación de fueguinos, para quienes salir de la Isla es un menú a veces desconocido. Crecen en estas tierras aislados continentalmente. La inmensidad del mar es el muro de contención de las aspiraciones terrenas. Los familiares lejanos dejan de ser causales de viajes innecesarios. Nacieron aquí, en el seno de familias humildes, y a la vista tienen lo que la Isla puede ofrecerles.

Ser “NyC” siendo centennials

Entonces, aunque en otros lugares parezca una obviedad, en nuestra Provincia hay que aclarar que existen también fueguinos que han nacido en los barrios de Ushuaia, Río Grande y Tolhuin y que no cuentan con esa conciencia de “viejo poblador” ni con la conducta de casta del “ser fueguino”. Sus padres rondan los cuarenta años y provenientes del proletariado o de circunstancias que no marcan la tónica del lugar, transcurren su vida en Tierra del Fuego, careciendo de motivaciones para viajar. De hecho, muchos de ellos han salido en contadas ocasiones de la Isla o, directamente, a no ser por una cuestión de enfermedad extrema, nunca han salido del territorio.
Entre los nacidos en las últimas décadas, también encontramos a quienes no han salido siquiera de su ciudad de origen. Hay riograndenses que ingresando al secundario no conocen Ushuaia y en mayor número, ushuaienses que no conocen Río Grande. Se trata de 200 km de distancia entre una ciudad y otra. Dos horas y media a tres de viaje.
Hay aquí un “tercer mundo” rico en experiencias y cuyas huellas identitarias van dejando marcas en el barro de la historia. Un campo de reconocimiento de vivencias que escapa quizá a las categorías de análisis con la que los investigadores de las ciencias sociales hemos abarcado la cuestión del “ser fueguino”. Y ese tercer mundo (los nuevos nacidos y criados del siglo XXI, los cenntenials del hoy) se encuentran en estos momentos en los muros de las instituciones educativas.
¿Cómo pintará su tercer mundo un fueguino en el Jardín de infantes? ¿Qué historia podrá inventar un fueguino en la escuela Primaria? ¿Hacia dónde se orientará el pensamiento crítico de nuestra juventud en los Colegios Secundarios? ¿Se preguntarán por los valores que la sociedad fueguina pregona? ¿Ellos también creerán que vivir aquí es “hacer patria”? ¿Qué elementos tendrá ese tercer mundo, diferente al de sus padres, los “Venidos y quedados” y del de los “viejos pobladores”?
¿A qué estamento le interesará dar ese debate?

Otros aislados en el siglo XXI fueguino

No deberíamos terminar el tema sin dedicar unos párrafos a otro tipo de aislados, aquello que bien podrían cantar: “No soy de aquí ni soy de allá”. Nos referimos a aquellos que tampoco son propensos a viajar al norte, por la sencilla razón que no cuentan con afectos ni motivación en otro lugar que no sea la Isla.
Fueron traídos por sus padres de pequeños, pero nunca llegaron a empatizar con la tendencia segregacionista del “viejo poblador”. Nacidos en algún otro lugar del País, no alcanzaron a arraigar en su ciudad natal y una vez llegados a la Isla y ya en edad de decidir su temperamento, prefiguraron una mirada crítica hacia la conducta de casta.
Hace años que viven aquí. Apenas conocieron el mundo que los vio nacer, pero tampoco se hallan contenidos en el mundo y el imaginario forjado desde las tumbas de la gloria de la edad de oro de la Arcadia fueguina. Ensayan entonces un tercer mundo, un continente fluctuante que los obliga a meditar y sobreponerse al estilo de vida que han decidido llevar adelante. Portadores de cierta rebeldía, aman la Isla desde una experiencia sui generis.
Son parte de una historia alternativa, forjadores de una ideología diferente, abiertos a los cambios y críticos de lo antiguo y lo moderno quizá con igual intensidad. Caminan las calles como todos los demás, pero en la expresión llevan ese tercer mundo a flor de piel.



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