Insuflar la política en la esfera insular

Aún cuando cierto furor haya pasado en el mundo de la filosofía y de las cuestiones sociales, Peter Sloterdijk sigue siendo, para muchos, ese polémico autor que se hiciera conocido por hablar del cinismo de estos tiempos, como también, por hablar de esas “esferas” que le valieron una elaborada trilogía hace algunos años.
Los que se interesen por lo social, por la política y por la interpretación de los agitados tiempos de vértigo que nos tocan, podrán considerar que el autor al que aludimos no es simplemente uno más. Su pensamiento nos lleva a los parajes de la técnica, al salto que el mundo empieza a dar en estos momentos, y fundamentalmente al lugar del hombre en todo este caos.
La idea de traer esta clase de alusiones apunta a tomar ese universo esférico que Sloterdijk propone para dar cuenta de todo aquello que el hombre produce, a saber: la cultura. En ésta última nos encontramos con la política, la educación, la ciencia, junto a toda clase de artefactos y ficciones que nos permiten sobrevivir en este mundo sin requerir de los colmillos y el pelaje del león, que como especie, hemos perdido hace ya un largo rato.
Es en tal sentido como el hombre se produce a sí mismo en el éxodo de la naturaleza, llevando adelante un escape al artificio y al cobijo inmunitario que nos dan las diferentes esferas en las que nos movemos. Desde la esfera inicial, en el seno materno, lo antropológico nos muestra -según el citado filósofo-, una tendencia a la estable habitación de espacios que sean resguardo y burbuja protectora.
Hay una singular afinidad entre la esfera y la isla, a nosotros que habitamos en una geografía de esta última índole, y de características históricamente atravesadas por lo desafiante de la naturaleza, no se nos debiera pasar por alto esta clase de cuestiones. Quizás sean, las mismas, parte del entramado socio-histórico, tan difícil de precisar, en lo referido a la identidad fueguina y sus interrogantes.
Sabemos de burbujas inmobiliarias en nuestra provincia, sabemos de contrastantes diferencias con el “norte”, del cobijo legal que insufla crecimiento y tensiones bajo la rúbrica de la Ley 19.640. Sabemos también que aquello que no se valora difícilmente prospera, que nuestra historia provincial nos remite al gesto patriótico y decidido de poblar la tierra y generar raíces, pero nunca queda suficientemente claro el porqué de esa indefinida identidad que sería la del extremo sur. Es una fallida identificación que dice isla en vez de provincia, o que afirma “soy de tal lado”, en vez de decir “vengo de tal lado”. ¿Será que aunque tengas 20 años de vivir en Tierra del Fuego nunca pudiste considerarla tuya, o considerarte parte de ella? ¿Será que no es provincia para muchos, sino un espacio inmunitario, un territorio que permitiría hacer pie en una periferia de la gran esfera nacional? ¿Será quizás que es ese exilio ficcional de la burbuja prenatal en la que tantos viven conectados a un cordón que cruza el Estrecho de Magallanes? Una mirada crítica de nuestra historia provincial y de nuestra sociedad no se animaría a descartar rápidamente estas preguntas por su mera incomodidad.
Es lamentable tener que plantearse esta clase de preguntas, porque hasta al más hipócrita de nuestros coprovincianos le será difícil negar que una parte importante de la gente lo vive así, tal como nos lo hacen dudar esos signos de interrogación. Si bien no es ésta última la tónica excepcional y valiente que forjó a nuestra querida Tierra del Fuego a lo largo de la historia, los tiempo mutan, y las sociedades se transforman. Las grandes burbujas contienen y viven tensiones, Argentina es, por ejemplo, una de ellas en el gran escenario de un globo que se transforma a velocidades que esperamos poder seguir, pero que no sabemos bien a donde nos llevan. Otra esfera es nuestra provincia, o quizás sea -utilizando otra categoría de Sloterdijk- una espuma, pues es así como el autor se refiere a ese conjunto de micro esferas que hacen al mundo de cada cual, o al cada cual en su mundo.
El colapso de la esfera moderna hizo que muchos sociólogos y filósofos empezaran a hablar de posmodernidad, algo tan de moda en su momento como lo es hoy la novedosa noción de pos verdad.
El colapso de ese proyecto idealista y razonador fue relevado por altibajos que hoy querrían cristalizarse en la preeminencia de lo tecnológico -de lo virtual especialmente- como esfera sustituta, destinataria de un nuevo exilio. Para los “nativos digitales” pareciera no haber tal exilio, son ellos quienes muchas veces no pueden dejar su celular ni a la hora de sentarse a la mesa a compartir el pan, aunque sólo repliquen lo que ven en sus casas.
Hablamos así de un éxodo a lo virtual que muchos políticos saben olfatear y que nos habla de la subjetividad contemporánea; de los argentinos que votan, aunque también de los que hoy son niños y que podrán ser el futuro, siempre que haya adultos junto a ellos para poder escucharlos y acompañarlos; no justamente aquellos que transitan la vía de encerrarse en sus propias burbujas para librarlos al desamparo.
Hay burbujas, pero faltan brújulas, retruécanos sensibles que nos hablan de “nortes” perdidos como tras mantos de neblina. Son estrofas estridentes que dicen y rememoran nuestra historia con orgullo, pero que a veces insuflan “relato”, o bien, inflan globos sin dejar de hacer crujir la brecha de la que tantos hablan a lo largo y ancho de la patria. La verdadera brecha -estimado lector- es la que ha de tener en la mira todo aquello que por la corrupción se pierde, corrupción que jamás fue patrimonio de un sólo partido político en nuestro país, como tampoco en nuestra provincia.
Por eso, cuando muchos hacen negocios con el artilugio que más les queda a la mano, las generaciones del mañana sostienen un celular mientras que pocos son los que a ellos los sostienen. Sirvan ojalá estas poco más de mil palabras para intentar reflexionar, algo al menos, en lo que se refiere a nuestro horizonte en tanto sociedad.


Edición:
Diario Prensa
Noticias de:  Ushuaia – Tolhuin – Río grande
y toda Tierra del Fuego.

http://www.diarioprensa.com.ar