“Maternidad y paternidad tiempo completo”

"Maternidad y paternidad tiempo completo"

 

Reflexiones en cuarentena

 

La nueva normalidad generó un incremento del tiempo que pasamos en casa y para quienes tenemos hijos el desafío de maternar y paternar “full time”.

Desde que alguien se convierte en padre o madre, muchas rutinas cambian (¡por no decir todas!). Hay una personita que depende de nosotros y necesita que estemos para cuidarlo. En el mejor de los casos, tenemos otros que nos acompañan y sostienen en esos tiempos, a veces es la familia de origen o grupos de madres, también llamados “tribus”. Esto me recuerda el proverbio africano que dice: «Para educar a un niño hace falta una tribu entera». Y es que ciertamente, el pasaje hacia la maternidad necesita de una red que contenga esos primeros tiempos llenos de cambios, miedos e incertidumbre.

Sin embargo, el advenimiento de la pandemia y el distanciamiento social complicó las cosas para quienes contaban con estos apoyos, muchas veces encarnado en una abuela que cuidaba al bebé unas horitas mientras la mamá descansaba o en el clásico ritual de bienvenida cuando los allegados concurrían a conocer al nuevo integrante de la familia. Todo esto se vio dificultado por los cuidados que debimos adoptar contra el coronavirus, a los que se suman, aquellos que regularmente debe tomar una mujer embarazada o los papás de un recién nacido.

El doctor en psicología y filosofía Luciano Lutereau señaló: “El entorno de la pandemia hace que esta generación sea de niños que en su primer año tuvieron el afecto de sus padres desde el gran temor a hacerles daño. Se forma un vínculo más ansioso». Y añade: «En general, el primer año de vida va acompañado de mucho temor de que al bebé le pase algo. Pero en este contexto, se recrudece el temor de los padres de ser ellos quienes le hagan daño».

Otro factor que causó incomodidad y preocupación es el acceso a los servicios de salud que son muy frecuentes en el embarazo y posparto y que, crisis sanitaria mediante, se tornaron por demás dificultosos. Al igual que todos los protocolos de seguridad que ahora rodean el momento del alumbramiento, y que generaron un abismo entre el embarazo idealizado (que nunca es tal) y la realidad actual. Este contexto también forjó confusión, que se profundiza cuando “mete la cola” el desconocimiento de nuestras leyes. En tal sentido la ley N° 25.929 (adherida por la provincia de Tierra del Fuego mediante ley provincial N° 691), llamada Ley de Parto Respetado Humanizado, indica los derechos de las personas gestantes, entre los que se encuentra la posibilidad de estar acompañada todo el tiempo por la persona que ella elija, incluso en el marco de la cuarentena por el COVID-19 (“Acompañamiento durante el embarazo en tiempos de COVID-19”, Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación).

La pandemia también nos encontró maternando y paternando mientras hacemos otras tantas actividades en simultáneo. ¡No dejamos de hacer cosas!.   Esperábamos ansiosos el tiempo de poder quedarnos más en casa, pero descubrimos que puertas adentro tampoco es la panacea. La superposición de tareas y los avatares de la convivencia ininterrumpida trajeron nuevos problemas. Pretender convertirnos en padres “multitasking” genera estrés, agotamiento e irritabilidad, porque terminamos no pudiendo concentrarnos ni concretar nada en particular. A esto se suma la dificultad, que a veces se encuentra, en aceptar las renuncias que implica la decisión de ser padres. Siempre que se elige algo, quedan por fuera otras cosas. Y este cambio también nos introduce en un duelo por aquello que dejamos.

Pero ese duelo no fue el único que tuvimos que hacer. La pandemia significó enfrentarnos a otras pérdidas, que en algunos casos pudieron dejar con poca disponibilidad psíquica a una persona para ocuparse de sus hijos. Pensaba cuando previo al despegue de un avión nos indican, entre las medidas de seguridad, que, en caso de despresurización, primero debe colocarse la mascarilla de oxígeno el adulto y luego asistir al niño. Sin dudas, para poder cuidar de otros, es importante que primero nos cuidemos nosotros, que busquemos ayuda y nos tomemos el tiempo necesario para procesar los sentimientos concomitantes. Solo de esa forma, podremos generar las condiciones para rearmarnos.

Y así como este período de crisis frustró muchos de los proyectos que teníamos, algunos optaron por posponer la paternidad. Mario Sebastiani, obstetra, profesor adjunto de la División de Tocoginecología del Instituto Universitario del Hospital Italiano sostiene que la cantidad de embarazos ha decaído: «En la pandemia, en el sector de seguridad social, que es el que yo atiendo, veo que hay muy pocos casos de consultas de primera vez, es decir de nuevos embarazos… No hay ningún baby boom… Se esperaba una explosión de embarazos porque se creía que al estar encerrados lo único que podíamos hacer era tener sexo –plantea–. Pero no fue así, la pandemia fue un impacto emocional muy grande y sigue siéndolo. «

Como una y otra vez corroboramos, el arribo del COVID-19 no solo implicó la convivencia con un virus, sino que muchos de los aspectos de nuestras vidas pre pandemia se vieran modificados, adaptados a nuevas reglas, y la maternidad y paternidad no fueron la excepción. Estamos aún en tiempos de ajustes y desajustes, encontrándonos con las rutinas y a la espera de saber cómo se organizará el 2021. Necesitamos que “la marea” se estabilice para proyectarnos y tomar decisiones, para volver a sentir que algo “es normal”, y retomar aquellas seguridades que hacen de nuestro mundo un mejor lugar para vivir.


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