¿Post turismo o turismo post mortem?

Turismo informal (Tercera Parte)

En las dos notas anteriores publicadas en Diario Prensa hablamos de los sitios que ofrecen alojamiento en el marco de un “turismo informal” aunque deberíamos decir simplemente “ilegal”. Hoy pretendemos ir más allá, por cuanto hablaremos ya no sólo de la metodología a la hora de ofrecer y vender servicios, a través de las plataformas punto a punto, sino también de una nueva manera de hacer turismo. Es decir, la problemática ya no se limita a la metodología a la hora de ofrecer y vender el producto, sino del producto en sí mismo, un modelo que está creciendo descontroladamente en mercados ansiosos de vivir nuevas “experiencias”.
A esta nueva etapa se la califica como “post turismo”, pero ¿cuál es su significado?: “Lejos de tener que ver con el fin de la actividad, el nuevo término hace referencia al proceso, aún en marcha, de total reconversión del sector de la mano de Internet y las nuevas tecnologías de la información”.
Por lo tanto deberemos analizar por un lado, la multiplicación de estos sitios web que ofrecen toda una gama de servicios y productos, en un grueso porcentaje, no habilitados o registrados. Por otra parte, esta nueva demanda que exige una profunda mirada sobre un nuevo modelo de turismo y que abre un complejo debate al que nos obligan turistas ya no conformes con el turismo tal como lo conocemos. Si no prestamos especial atención a esta realidad, ésta nos pasará por encima.
Aclarado esto, hablaremos ahora del post turismo que viene de la mano de estas plataformas de las que venimos hablando. “Hasta ahora Airbnb era famoso porque brindaba un servicio de alquiler de hogares particulares que, no solo permitía disfrutar de un viaje y conocer una nueva ciudad, sino también tener contacto con personas que viven en el lugar y que pueden aconsejar y mostrar sitios que, de otra manera se pasarían por alto. Ahora la compañía se dio cuenta de la importancia de esto y lanzó TRIPS, un sistema que permite ponerse en contacto con personas locales en diferentes ciudades del mundo para realizar actividades culturales y de ocio…”. (www.minutouno.com)
Resulta necesario mencionar que la oferta de “hogares particulares” hoy ha mutado en una infinidad de departamentos, incluso en Ushuaia, sin ningún contacto “familiar”, incluyendo “excursiones”, autos, viandas y otros servicios.
El 23 de marzo del año pasado, el diario La Nación, publicó una interesante nota que hace referencia al lanzamiento de este sitio web en nuestro país: “…Desde este año en Buenos Aires existirá una nueva herramienta disponible para los turistas: mediante Airbnb se podrá contratar, además de alojamiento, experiencias locales en nuestro país. Trips -así se conoce al servicio- permitirá a cualquier ciudadano la posibilidad de ofrecer estos servicios en el ámbito de CABA y se encontrará como algo independiente de las ofertas de alojamiento. Para lograr ser proveedor, habrá que atravesar un proceso exhaustivo de evaluación, por parte de la plataforma. Y ya adelantaron que autorizarán solo “experiencias premium”. Una experiencia es una actividad especialmente diseñada y dirigida por expertos locales. Puede durar un día o más. “La herramienta tendrá el mismo espíritu del alojamiento. Queremos que sea algo ofrecido por gente local para experimentar mejor la ciudad”, explicó Chris Lehane, líder del Global Policy de la compañía (…) La empresa ya ofrece 800 experiencias en 19 ciudades y 73 países. Y todavía cuenta con 34 mil en proceso de revisión. Todos los que vayan a ofrecer deben ser mayores de 18 años. La empresa se quedará con el 20 % de la recaudación, mientras que el proveedor con el restante 80 %, En alojamiento es 97 % para el dueño del apartamento y el 3 % para Airbnb que además le cobra otro 9 % al inquilino”. (Sebastián Davidovsky – Diario La Nación – 23/03/2017)
Entonces el post turismo se sustenta en la enorme proliferación de estas plataformas súper exitosas que, a su vez se presentan como gestoras de un “turismo colaborativo” y son los propietarios de estos sitios, los que deciden quién puede hacer turismo, qué productos se pueden ofrecer, dónde alojarse, etc., haciendo caso omiso de la legislación del lugar, de la evasión que estos servicios no registrados generan y cobrando un importante porcentaje sin otra inversión que ser los dueños del sistema de información y venta del producto.
Por ejemplo, en la oferta de alojamiento para Airbnb, Buenos Aires es la principal ciudad argentina. El año pasado hubo más de 7.400 anfitriones y 156.000 huéspedes. Mientras que en el mundo, en el año 2016, hubo 160 millones de huéspedes. Solamente en año nuevo, 2 millones de personas utilizaron Airbnb. (Sebastián Davidovsky – Diario La Nación – 23/03/2017)
El ranking de uso de estas plataformas en el mundo, en que se ha investigado, es el siguiente: Francia 36 % / Irlanda 35 % / Letonia 24 % / Croacia 24 % / Alemania 20 % / Rumania 20 % / España 19 % / Italia 17 % / Bulgaria 17 % / Hungría 16 % / Austria 15 % / Suecia 15 % / Polonia 15 % / Dinamarca 14 %. Con algunos detalles significativos, por ejemplo en Barcelona, se descubrió que 522 departamentos, eran ofertados por la misma persona. es decir que ya ha dejado de ser un “turismo colaborativo”, entendiendo a éste como el viejo “trueque” o el contacto con la familia del lugar.
Estas metodologías, si bien pueden tener un comienzo novedoso, en cuanto a que permiten la inclusión de personas hasta hoy ajenas al negocio del turismo, en la práctica parece ser la llave de nuevos empresarios que hacen verdaderas fortunas, sustentadas en la irregularidad.


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