PSICOSIS. Entre la “normalidad” y la locura

PSICOSIS. Entre la “normalidad” y la locura

 

En los marcos de la Ley nacional de Salud Mental N°26.657, la cuestión de lo que comúnmente entendemos por “locura” desarrolla la dimensión de la inclusión social, quizá invitando a que los tratamientos apunten a insertar a los pacientes en dispositivos diferentes al estereotipo del encierro y aislamiento de la persona que padece ese tipo de trastornos.
El término “psicosis”, surge en el ámbito de la psiquiatría del siglo XIX y toma su auge particularmente en los desarrollos que en Alemania va haciendo dicha rama de la medicina. Inicialmente designa este vocablo a la enfermedad mental en general, luego el mismo va girando hacia una categorización más específica en la búsqueda de circunscribir diversos estados de alienación en los cuales aparecen determinadas características vinculables a lo que corrientemente se conoce con el nombre de “locura”.
Hablando en términos amplios cabe destacar que ya desde aquellas teorizaciones se vio desarrollada una primera distinción entre las psicosis y las neurosis, distinción excluyente que hace constar en el lugar de las primeras a las formas más extremas de la enfermedad mental, a diferencia de las neurosis, en las cuales el malestar y la sintomatología implicada son mucho más acotados. No se trata de simples magnitudes o cantidades en las que un padecimiento pueda ser mensurado, sino –antes que ello-, de diferencias de base que hacen al funcionamiento que se verifica en cada una de estas estructuras.
El término “estructura” es claro a los fines de distinguir entre psicosis y neurosis, pues da cuenta de lo que hace a la constitución más profunda, o bien, más temprana de un sujeto. Es allí, en esos momentos iniciales de la vida, cuando determinadas cuestiones tienen lugar o no, y es en ellos donde encontramos de alguna manera esa bifurcación de los caminos que pretenden marcar a grandes rasgos los términos neurosis y psicosis.
Cuando abarcamos a un sujeto que tiene una estructura psicótica estamos haciendo referencia a muchas cosas, pero en principio podríamos decir que su relación con la realidad es más proclive a padecer alteraciones significativas. Un sujeto psicótico puede sostenerse en su estructura durante toda su vida sin demasiados sobresaltos, no obstante, de quebrantarse esa suerte de equilibrio -más o menos precario que le adjudicamos-, la dificultad será mayor de lo que pudiera verificarse en un sujeto neurótico. De algún modo se juega en esto que decimos la idea de una predisposición, o una tendencia, la cual en el caso de adquirir relieve podría llegar a desencadenar esa pérdida de contacto con la realidad que comúnmente se conoce como “brote psicótico” o “desencadenamiento”.
Así es como constatamos una serie de fenómenos que dan la pauta de lo que la psicosis implica, la realidad –esa que nunca es objetiva para nadie, pero que cada uno configura en la medida en que su historia, y sus vivencias se lo permiten- sufre algunas alteraciones profundas que traen aparejadas sensaciones e ideas desmesuradas, terroríficas, o bien asfixiantes, las cuales no pueden ser tramitadas sin un marcado sufrimiento. Es por esto que aparecen en las psicosis lo que se llaman delirios y alucinaciones; los primeros son intentos de reconstruir esa realidad perdida, reconstrucciones sintomáticas y por lo tanto fallidas por medio de las cuales el sujeto busca hacer pie en un abismo insondable en el que las cosas ya no son lo que eran, y en la que el sujeto mismo tampoco es quien creía ser.
Existen los delirios de grandeza, los delirios persecutorios, los que llevan a la autodenigración, y otros tantos que son propios de cada una de las diferentes formas que una psicosis puede tener. En lo que respecta a las alucinaciones puede decirse que son esas percepciones en las que los sentidos mismos se alteran radicalmente, de tal manera quien las padece puede decir que ve cosas que otros no ven, o bien que oye voces allí donde otros no pueden oírlas. Hay también alucinaciones en las que están comprometidos otros sentidos, pero son en general más predominantes las que acabamos de referir.
El extrañamiento que el psicótico padece respecto del mundo es correlativo de la sensación de rareza que su expresión connota en general para quien trata con él, así lo que en el lenguaje de la cotidianeidad se conoce como “locura”, ha estado siempre vinculada en el imaginario social con lo peligroso.
El filósofo francés Michel Foucault ha investigado y escrito mucho en torno a este tipo de cuestiones, a la historia de los tratamientos, al aislamiento y al tabú que, desde tiempos remotos, lo que hoy llamamos psicosis, ha generado. La idea de normalidad y de anormalidad también ha sido tema convocante para dicho pensador, al igual que lo ha sido para otras figuras y estudiosos de esta clase de problemáticas. Hoy de alguna manera podemos decir que ha corrido bastante agua por debajo del puente y que los avances, no sólo disciplinares, sino también sociales, ha hecho posible otro tipo de miradas más inclusivas y por lo tanto menos segregativas en lo que respecta a aquellos que suscitan cierta extrañeza por no estar dentro de los cánones de la pretendida normalidad.
Tanto los avances del psicoanálisis, como los de la psicofarmacología, y los que refieren a la salud mental en general, han abierto las perspectivas sobre estas y otras tantas “anormalidades”, al punto de que la “normalidad” misma puede hoy ser un concepto cuestionable desde distintos ángulos. Si bien el imaginario social guarda sus reparos y cobija aún sus miedos, no se trata ya de segregación, peligrosidad, y coerción tal como en otras épocas, sino que la gente cuenta hoy con más herramientas para la toma de conciencia respecto a lo importante que es poder integrar a aquellos que son “diferentes”.
En este último punto cabe resaltar el valor que la Ley de Salud Mental N° 26.657 reviste ante cuestiones como las que hemos mencionado, pues busca dar respuesta a distintas dificultades que de algún modo hemos pretendido al menos esbozar. Será entonces menester que de a poco la sociedad toda pueda ir conociendo un poco más sobre este tipo de cuestiones y reviendo posiciones. Pasa por allí un gran desafío a nivel colectivo.


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