Sexo y pandemia: “Hoy no… me duele la cabeza”

Sexo y pandemia: “Hoy no… me duele la cabeza”

Reflexiones en Cuarentena

Reflexiones en cuarentenaLa “ola Covid-19” llegó, llevándose puestos a muchos ámbitos de nuestra vida, y la sexualidad no fue la excepción. Así como empezamos a experimentar algunos sentimientos ligados a la ansiedad, angustia, estrés o miedo, consecuencia del entorno disruptivo con el que tuvimos que aprender a convivir, en algunas personas esto también trajo aparejada una disminución del deseo sexual.
Pero primero me gustaría hacer dos aclaraciones. Por un lado, que cuando hablamos de una persona y/o de su salud, siempre es un todo. Y las divisiones que solemos hacer, por ejemplo, en salud mental, salud física o salud sexual, se efectúan con fines metodológicos. Esto implica que cuando un área se ve afectada, por ejemplo, porque uno enferma físicamente o tiene miedo, necesariamente eso repercute en otros aspectos de forma simultánea. Por otro lado, señalar que, si bien la palabra sexualidad tiene distintas acepciones, voy a referirme a ella en el sentido que comúnmente hablamos de “relaciones sexuales”.

“La utilización de juguetes sexuales, la masturbación, un video porno o quizá una lectura erótica, son distintos recursos que también pueden favorecer vincularnos de nuevas formas con nuestra sexualidad y despertar la excitación a solas o en compañía”.

Marina cuenta que desde que arrancó la cuarentena, su prioridad pasó a ser su cuidado personal y el de su familia y con tantas cosas en la cabeza, ya no siente el mismo deseo que antes de tener relaciones sexuales. Juan por otro lado relata que, a raíz de la paralización de la actividad turística, no está pudiendo trabajar y está pasando un momento muy complicado en lo económico, que le ocasionó una inhibición del deseo sexual. Desde marzo que toda nuestra atención está puesta de forma prioritaria en la pandemia. Los informes diarios de casos, los cuidados al salir, las preocupaciones económicas, la adaptación de actividades a la modalidad virtual, todo ello pasó a estar (lógicamente) en primer lugar, y la sexualidad quedó en muchos casos en segundo plano. El psicólogo clínico y terapeuta de pareja Antonio Bolinches, vicepresidente de la Sociedad Catalana de Sexología, señaló que “el confinamiento genera tensión, frustración, ansiedad y malestar psicológico, que no son facilitadores de la sexualidad”.

“¿Qué otras cosas podemos tener en cuenta? Siempre es bueno hablar con nuestro partener de lo que sentimos. A veces el solo hecho de ponerlo en palabras genera un movimiento, un cambio”.

Otro factor para quienes tienen niños, es la falta de espacios de intimidad para la pareja. Estando los chicos todo el día en casa, sumado a que esta se transformó en la sede de todas nuestras actividades cotidianas, clases por Zoom, entrenamiento físico, turnos médicos, etc., y hay menos oportunidades para un encuentro íntimo.
También la excesiva presencia de la pareja (ahora pasamos muchas horas en casa conviviendo) puede generar la inhibición del deseo sexual como una forma de restarse del otro. Esto es lo que plantea el psicólogo español Pere Llovet i Planas, en su libro “La Conexión Emocional de la Pareja. Desde la Perspectiva Psicoanalítica Relacional”, citando a Mitchell (2002) cuando señala que “la inhibición de la sexualidad sirve para defenderse de la excesiva dependencia o fusión con el otro y preservar la individualidad”.

“Es importante remarcar que las relaciones sexuales siempre deben ser consentidas. Y nadie debería sentirse “presionado” a tener sexo, por el hecho de estar tanto tiempo juntos bajo el mismo techo”.

Rosana dice que al estar gran parte del día en casa, con pocas ocasiones para salir, dejó de arreglarse, pasa gran parte del día con un remerón negro, no se maquilla como de costumbre, no se cuida tanto, lo que hace que se sienta menos atractiva y por ende con menos ganas de tener sexo.
¿y qué pasa con las parejas no convivientes? Desde el comienzo del periodo de aislamiento, las autoridades nacionales, aconsejaron evitar tener relaciones sexuales con personas con las que no convivimos. Esto incluye tanto a quienes tienen una relación estable pero cada uno vive en su domicilio, como a quienes tienen encuentros sexuales casuales. Si bien con el correr de los meses esto fue cambiando y las medidas fueron flexibilizándose y volviéndose a tensar, muchos experimentan temor al encuentro sexual con otro, porque aunque no está comprobado que el virus se transmita por otros fluidos corporales, deviene casi impracticable tener sexo evitando entrar en contacto con la saliva, manteniendo distancia y toda una serie de pasos, que además pueden terminar deserotizando y quitando espontaneidad al encuentro. Frente a ello, muchos sienten haber perdido el apetito sexual.
¿Y entonces? ¿qué podemos hacer con estas distintas situaciones, que tienen en común la disminución del deseo sexual?

“Cuando hablamos de una persona y/o de su salud, siempre es un todo. Esto implica que cuando un área se ve afectada por ejemplo porque uno enferma físicamente o tiene miedo, necesariamente eso repercute en otros aspectos de forma simultánea, como es el sexual”.

En primer lugar, hay que respetar lo que nos pasa, o lo que le sucede a nuestra pareja. Es importante saber que somos seres en contexto, y las cosas que hoy nos pasan están también atravesadas por la crisis mundial que habitamos. No podemos pretender que nada nos altere. Sin embargo, es importante remarcar que las relaciones sexuales siempre deben ser consentidas. Y nadie debería sentirse “presionado” a tener sexo, por el hecho de estar tanto tiempo juntos bajo el mismo techo.
Ahora bien, si algo de lo que nos pasa, genera malestar y esto persiste, puede ser oportunidad de consultar a un especialista. Las cosas que nos suceden no se deben a una sola causa. Hay varios factores que influyen en la formación de un síntoma. Y a veces un tercero nos puede devolver un saber sobre nosotros que no creíamos tener, o aportar algo que no habíamos pensado hasta ese momento.
¿Qué otras cosas podemos tener en cuenta? Siempre es bueno hablar con nuestro partener de lo que sentimos. A veces el solo hecho de ponerlo en palabras genera un movimiento, un cambio. Otro recurso, es hacer lugar al juego y a la fantasía, permitiendo “poner en suspenso” un rato lo que nos está trayendo padecimiento y animándonos a armar otra trama, encontrando así nuevas formas de placer.
La utilización de juguetes sexuales, la masturbación, un video porno o quizá una lectura erótica, son distintos recursos que también pueden favorecer vincularnos de nuevas formas con nuestra sexualidad y despertar la excitación a solas o en compañía. Pero ante todo, es fundamental escucharnos, aceptando que hay situaciones que pueden afectarnos; respetarnos, porque hacemos lo que podemos; ¿y por qué no? animarnos a explorar nuestro placer.


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