Sobre la denuncia de Lavia y el error de poner los huevos en la misma canasta…

El lunes de esta semana Diario Prensa obtuvo el invaluable testimonio de un experimentado pescador local que ilustró a las claras lo que en mi opinión encarna uno de los grandes desafíos de la provincia.
En la nota, cuya lectura recomiendo, Cristian Lavia recorre la problemática de la depredación ictícola que afecta tremendamente al mercado de la pesca deportiva, a la vez que precisa que los esfuerzos estatales por remediarla han sido nulos.
Nuestro país, pero más particularmente nuestra provincia tiene una matriz productiva bastante acotada. En el plano nacional, el agro moviliza prácticamente todos los otros sectores de la economía, y en el provincial, el empleo estatal. el rubro industrial-fabril y el turismo constituyen el trinomio por excelencia de las actividades económicas, consignando a la actividad comercial y agropecuaria un escalón por debajo y en orden de subordinación a “lo que pasa con la fábrica.”
El precio que paga cualquier organización, ya sea estatal o privada por la escasa diversidad de lo que produce es análogo al que sufre una persona que lleva todos los huevos en una sola canasta: Depende de la suerte de la canasta.
La pesca deportiva, me refieren varios colegas, constituye una fuente riquísima de turismo no convencional y todos los años atrae a aficionados de la práctica de todo el mundo. No solo eso, sino que alrededor del planeta las cifras de consumo de este tipo de turismo van en ascenso.
Hasta este punto ya es suficiente para considerar la importancia del cuidado de este tipo de recursos, pero me interesa profundizar otro aspecto más importante.
La política tan impregnada de “posturas” y anulada de criterio prefiere arrodillarse regularmente ante los sucesivos gobiernos para sostener la perjudicialmente sacralizada 19.640 y atarse a sus desventuras que poner progresivamente huevos en otras canastas; hipotecando las posibilidades de progreso de las distintas ramas de la economía.
Desarrollar el potencial de la isla, que es tremendamente superior a lo que la clase dirigente imagina es incómodo porque requiere trabajo. Pero el horizonte de posibilidades no abarca solo lo económico, sino que roza el sentido identitario por nuestro lugar y el fortalecimiento de los lazos; a la vez que fomenta la construcción de una imagen ciudadana y la valoración de la experiencia de los trabajadores, esto último increíblemente plasmado en los pescadores artesanales y deportivos fueguinos.
Los esfuerzos deben dirigirse siempre hacia desafíos inconmensurables. Lograr autonomía, ser competitivos y lograr sentido de pertenencia, todas carecen de sentido individualmente. La clase dirigente alguna vez tendrá que estar a la altura.


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