El último capítulo

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Proyecto Área Natural Protegida Península Mitre:

El último capítulo

Este 4 de noviembre a las 16.00 se volverá a tratar en comisión legislativa, el proyecto de creación del “Área Natural Protegida Península Mitre”.
Tratando de encontrar algo que explique tantos años de espera para lograr que se apruebe un proyecto de ley que resguarde el enorme capital natural y cultural de Península Mitre, me resisto a resignarme al ejercicio de las suposiciones. Esto es así porque resulta imposible que se continúe postergando un proyecto de ley que, de la boca para afuera, tiene consenso, pero en la práctica, se diluye en justificaciones muy poco claras. Es inexplicable que haya atravesado la gestión de varias decenas de legisladores y varias gestiones gubernamentales, sin que haya habido la decisión política de garantizar su protección.
No es más que incomprensible que un proyecto al que adhiere actualmente el Poder Ejecutivo y la mayoría del Poder Legislativo, siga durmiendo en un cajón que abren cuando se trata de ganar la simpatía de determinados sectores con intereses colectivos y se cierra cuando se manifiestan otros sectores con intereses particulares.
Mientras el torpe avance de las urbanizaciones, de los usos inadecuados del suelo en sectores de valores tangibles e intangibles inigualables; mientras una crisis mundial y regional, pone en riesgo el buen criterio y la necesaria planificación de aquellos bienes que sobreviven a un modelo extractivista y ambicioso, con políticas inmediatistas cuando no corruptas, aquí seguimos analizando el envase y no el contenido.
Tierra del Fuego y los valores que a diario redescubrimos, se hallan bajo una permanente presión. Ello requiere urgentemente de un debate serio y definitivo. Ya se agotaron las palabras y las justificaciones. Se debe entender de una buena vez que los bienes en ese sector representados, son un “capital” al que debemos preservar y administrar adecuadamente.
Es inaceptable que no se termine de asumir que los atractivos naturales, culturales, históricos que representa ese territorio, son y serán valorados cada día más en un mundo más demandante de dichos bienes y valores.
En el planeta se ha producido un cambio que reclama a gritos una nueva mirada, respecto de los bienes naturales y culturales de carácter singular y ubicado en lugares extremos.
Ya no hay más respuestas, el freno a este viejo proyecto es ocasionado por las demandas de algunos ocupantes de esa región, que seguro merecen atención y consideración, pero que debe tener un límite y, sobre todo, un final. Representa un enorme absurdo que dichos intereses sigan frenando un proyecto conveniente para las mayorías, cuando la crudeza de la realidad ha demostrado sobradamente que la protección y buen uso de esa zona, dará respuesta a los intereses de muchos en el corto, mediano y largo plazo.
Insisto, es obvio que se deben respetar los intereses de los antiguos ocupantes, pero debemos saber diferenciar los derechos adquiridos bajo la honestidad de la ley, de aquellas ambiciones especulativas e insaciables.
En cada ocasión en que preguntamos por qué tantos años de espera, la respuesta más recurrente es que se debe garantizar que la sanción de esta ley no perjudique a nadie. Sin embargo, luego de dos décadas de análisis, podríamos decir que la preocupación por no «perjudicar a nadie», ha sido superior a la de «perjudicar a todos». Porque si algo queda claro es que si continuamos dilatando la protección de esta región de tan importantes y singulares valores, el daño causado y la pérdida de oportunidad de poner en valor tantos bienes en juego, perjudican a toda la ciudadanía e incluso a las futuras generaciones. Resulta difícil hablar del tema sin herir u ofender a quienes han estado o se encuentran en el lugar en que deben tomarse decisiones, pero eso no es objeto de estas reflexiones. Pero por favor, piensen más en no perjudicar a muchos y menos en los intereses o especulaciones de unos pocos.
La otra razón por la que no sale esta ley es que no se encuentra en la agenda de la mayoría de la ciudadanía y ello significa que como fueguinos nos debemos mayor madurez y pensar un poco más en estos temas que hacen al futuro de todos.
Por otra parte, continuar demorando la sanción de este proyecto de ley solamente garantiza la multiplicación de nuevos reclamos, de aquellos que, viendo inminente el cierre de la puerta a la especulación, se apresuran a presentarse como flamantes pioneros que hace años trabajan afanosa y abnegadamente miles de hectáreas, cuando no los herederos o compradores de quienes lo hicieron.
Posiblemente podría ayudar, ya no sólo para lo que hoy demora este proyecto, sino para futuras reclamaciones o situaciones que generen pérdidas del territorio público, terminar de entender, de una buena vez, que ya no hay más desiertos por conquistar y que, la hace poco flexibilizada Ley 313, fue escrita hace un cuarto de siglo para regular antiguas ocupaciones, no para seguir avalando la irregularidad.
Este viernes 4 de noviembre a las 16, en San Martín 1431, seremos testigos de un nuevo capítulo que muchos esperamos, se trate del último.


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