La presidenta de la obra social de los estatales provinciales, renunció

SONIA MILSTAIN ES LA PRIMERA BAJA EN OSEF Y LA SEGUNDA EN EL GABINETE DE GUSTAVO MELELLA.

“Por un Estado fuerte, por más defensa en lo público y más derechos para los fueguinos ¡sí, juro!, respondió rotundamente la Dra. Sonia Ruth Milstain, hace menos de dos meses atrás, al gobernador recién asumido Gustavo Melella, quien le había preguntado “¿Juráis por Dios, por la patria y por el pueblo de nuestra provincia, desempeñar con lealtad el cargo de presidenta de la obra social del Estado fueguino para el que habéis sido designada, cumpliendo y haciendo cumplir en cuanto de vos dependa la Constitución Nacional y la Constitución Provincial?.
Desde mediados de diciembre a la fecha, la presidenta de la OSEF, Obra Social de los Empleados Fueguinos, no logró concretar ninguno de sus proyectos para el área y decidió entonces dar un paso al costado, ante un panorama negro y con poca colaboración para resolver la crítica situación con la que se encontró.
Algunos días después de asumir en la OSEF, Milstain había reconocido a la prensa que el estado de los números en la obra social de los empleados del Estado provincial y de otros que con el tiempo se fueron anexando, era alarmante: “Se gasta mucha más plata que la que entra” – sentenció, como preanunciando lo que terminó por decidir en las últimas horas, su renuncia.
Sonia Milstain, quien solo cuenta en su CV político el antecedente de haber sido candidata a concejala por el PRO – CAMBIEMOS, en diciembre de 2015 primero y por el mismo cargo, en las últimas elecciones, por la fórmula “Vamos a vivir mejor” de FORJA, fue designada al frente de la OSEF por su experiencia como médica auditora de ese organismo y por haber militado en el partido que ganó la gobernación en junio de 2019.
En el ejercicio de su cargo, trascendió, la funcionaria se encontró con varios escollos que terminaron por constituirse en insalvables: el elevadísimo gasto en prestaciones médicas a proveedores de servicios de salud de la provincia y de Buenos Aires, un enorme gasto en droguerías que pese a todo sigue presentándole al empleado activo y al pasivo una farmacia desprovista hasta de los más elementales medicamentos, la constante demanda por parte de pacientes y – lo que no es menos importante – la falta de acompañamiento del personal de planta, poco predispuesto a resolver problemas e históricamente proclive a anteponer sus intereses a la razón de ser de la OSEF, los afiliados.
La ahora ex presidenta de la obra social estatal, había adelantado hace algunas semanas atrás que confiaba en poder revertir el crítico panorama, del que dijo que “se remonta a muchos años atrás”, pero la fuerte demanda de atención de los pacientes, la presión ejercida por los prestadores, los problemas con los empleados del sector y la abismal diferencia entre los fondos que ingresan a la OSEF desde el Gobierno en relación a los que se deben abonar por prestaciones, terminó por hacer sucumbir la breve gestión de Milstain.
“Si entre todos ponemos un granito de arena, esto se puede levantar”, había declarado Sonia Milstein a los medios, terminando por renunciar al parecer ante la falta precisamente de la colaboración que pedía y antes que “Dios y el pueblo de la provincia te lo demanden”, como le dijo el mandatario Gustavo Melella al tomarle juramento, hace unas siete semanas atrás, en el polideportivo “Cochocho” Vargas.


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