Un mensaje peligroso

URBANIZACION GENERAL SAN MARTIN Y REGULARIZACION DE ASENTAMIENTOS

Es claro que desde los sectores de poder (las mayorías), encarnados en los organismos gubernamentales así como en los grandes grupos económicos, los mensajes emitidos hacia la comunidad tienen una potencia superior que en el sentido contrario. Esto es, desde individuos aislados o fuera de los sectores de poder hacia la comunidad.
Esto implica a las claras una responsabilidad muchísimo mayor acerca de la construcción y cumplimiento de lo que se considera moralmente correcto por parte de estos sectores.
Dicho de otra manera, lo que es correcto o no, debe obtener por parte de quienes gobiernan, un tratamiento riguroso. La expansión del fenómeno de la corrupción en la Argentina, y el mito de la deshonestidad argentina surge a partir de la clase política y la escalada de casos de este tipo a los que nuestro país pareció haberse acostumbrado desde hace más de 30 años. En este sentido, la ciudadanía adopta la corrupción como un aspecto de lo cotidiano, descontando el efecto nocivo para la construcción de ciudadanía. El poder potencia el mensaje.
Del mismo modo ocurre cuando las agrupaciones vecinales que se dedican a alguna labor social como la limpieza de la ciudad, la tenencia responsable de mascotas, la preservación de la diversidad y otras, difunden su mensaje a través de una figura representativa que lo hace propio, práctica común con el advenimiento de las redes sociales.
A nivel local vale decir que una gran problemática de la ciudad viene siendo abordada con nula planificación y lo que es peor, con nula conciencia acerca de los mensajes que se producen.
Me refiero al acceso a la tierra y la vivienda.
Durante años, el otorgamiento de tierras ha sido discrecional incluso a sabiendas de la comunidad, que naturalizó fácilmente esa práctica. Hoy no solo nadie cree que el Registro de Tierras sea capaz de otorgarla con justeza, sino que se tiene conciencia del “deber tener una pata política”.
Lamentablemente poco ha cambiado a través de los gobiernos y el principal foco de conflicto lo constituye hoy la Urbanización San Martín. Fuera de cualquier apreciación sobre la forma en la que la ciudad crece, la realidad que transitan hoy los vecinos pre-adjudicados es, sencillamente, terrible.
Estos vecinos fueron seleccionados entre tantos otros, habiendo permanecido en el Registro hasta 30 años en algunos casos. Fueron pagando su terreno, muchos incluso cancelando al contado con la promesa de ser adjudicados en el lapso de 8 meses. Hoy no están siquiera las subdivisiones, la factibilidad de servicios está siendo fuertemente discutida y no se vislumbra una solución en el corto plazo. Para colmo de males, muchos vecinos se atrasaron en los pagos del terreno, obligados a pagar alquileres con precios en ascenso e inhabilitando su acceso a un libre deuda municipal que impide, en un circulo peligroso, el acceso a la renovación de carnets, libretas sanitarias, contratos y demás trámites necesarios para la continuación de su actividad laboral. En situación particularmente parecida, los asentamientos que no poseían estructuras de servicios fueron beneficiados con una reducción del 50% del valor de la tierra. No así esta urbanización, a pesar de haber sido hecha en todas las de la ley.
Más allá de la situación particular, el peligro es el mensaje: “Si usted hace las cosas como debe hacerlas, probablemente le vaya mal… Mejor rompa el bosque nativo”.


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